El
nacionalismo es una concepción estructurada del mundo basada en cuatro
principios insobornables: el territorio es una unidad permanente, los
derechos ciudadanos son impostergables, la riqueza nacional es
distribuida equitativamente, la negociación internacional se da en
justicia. Comporta una posición política más bien ligada a la ética como
base del fundamento ideológico de una nación, el bienestar de la
población, las necesidades del conjunto garantizadas por un estado
formador de conciencia común, cuyos individuos se comprendan a si mismos
como parte de él.
Lejos de personalismos, conceptos religiosos o filosofías
particulares de interpretación de la realidad, debe ser la esencia de un
país donde los derechos humanos están por encima las cosas, formando
una estructura social sobre la cual se desarrollan todos los aspectos
del estado nación. Acorde con ello, el respeto a los derechos ciudadanos
implica un equilibrio entre la posición de gobierno y la crítica, sin
permitir la violencia terrorista como argumento para un cambio en la
gobernanza. El internacionalismo es un estandarte de respeto a todas las
naciones como vecinas en la justicia, en camino hacia la paz.
¿Qué teorías no son nacionalistas en su contenido de equidad?
Fascismo, Nazismo, Democracia totalitaria, Destino Manifiesto,
Globalización e interconexión mediática, son cinco planteamientos que
agreden a la Humanidad por su contenido discriminador.
El fascismo es una doctrina totalitaria que se opone al liberalismo
parlamentario y plantea un mecanismo de violencia segregadora,
antimarxista, antisocialista, subordinando los derechos personales a un
Estado capitalista, con un partido único de estructura militar que no
admite oposición alguna. El neonazismo es la versión actual de la
supremacía aria, con exterminio de las razas “famélicas”, racista y
xenófoba, similar en lo organizativo y represivo del fascismo. El
Destino Manifiesto es una enfermiza idea de que una potencia ha sido
predestinada para hacer de policía en el mundo y realizar sus intereses
cueste lo que cueste, interviniendo en todo el orbe según su
complacencia y por mandato divino, a través de la ocupación, corrupción e
injerencia militar.
La democracia totalitaria corresponde al poder de las élites a través
de partidos únicos que detentan el gobierno (México, por ejemplo), o al
bipartidismo constante como expresión de éstas, repartiendo la
administración pública y manejando el estímulo a la propiedad privada.
Su función de opresión se materializa en el asesinato de líderes
opositores, desapariciones, sanción al pensamiento libertario, control
pleno de los medios informativos, finalizando en el golpe de estado
(Ucrania). La Globalización e Interconexión es la fábula según la cual
el libre comercio y las comunicaciones son la base del desarrollo de las
naciones, cuando en realidad lo que esconden es la autonomía y dominio
de las transnacionales. Por tanto, el nacionalismo es una teoría de la
independencia y soberanía que comporta tareas de confrontación con
aquellos que sostienen la injerencia y presión para derrocar
presidentes, desmembrar territorios, apoderarse de riquezas propias.
Cabe complementar con la reflexión del analista político Claudio
Stavorengo, la cual refleja claramente la contradicción actual y el
camino a seguir. El manifiesta la necesidad de un nacionalismo que asume
la particularidad de cada país, y en el contexto internacional como
doctrina indispensable basada en el respeto mutuo entre naciones, sin la
utilización de métodos de disuasión o agresión directa en pos de
intereses corporativos, situación que vemos en la actualidad provocada
por el manejo de los precios de materias primas de toda índole, ejercido
por una o más potencias y por entes financieros de presencia
transcontinental.
La caída de la U.R.S.S., la primera economía socialista del orbe, dio
lugar a la quita de beneficios sociales en buena parte del mundo
laboral donde era necesario alejar las mentes de los hombres del ideario
socialista. En su reemplazo se dio la flexibilización del trabajo con
el pretexto que la mano de obra es el gran costo de la producción, frena
la productividad y no es la concentración de capital dentro de los
circuitos financieros.
Así, ciertos recursos naturales y también unidades de producción son
la codicia de las potencias, sucumbiendo los débiles nacionalismos al
dar origen a la Unión Europea, por ejemplo, desmembrando Yugoslavia al
desarmar su industria a través de una guerra fratricida,
desestructurando la producción en Checoslovaquia y Polonia, similar a
Ucrania, “invitando” a reducir el volumen de producción de astilleros
civiles y militares a España, con reducción de la actividad de la
industria automotriz , militar y aeronáutica italianas, destrucción de
la economía griega, toma del sector automotriz y autopartes rumana,
entrega de la industria búlgara de aceros a consorcios alemanes y, en
estos últimos años, detrás de los combustibles, destruyendo países del
norte de África y Medio Oriente, con la “noble” tarea de llevar la
democracia y sin contabilizar los cientos de miles de víctimas humanas .
En esta condición mundial de globalización de corporaciones,
monopolización del consumo y dominio internacional del mundo financiero,
el nacionalismo se ha contrapuesto al neoliberalismo, pues es la
aceptación de estructuras sociales con pautas culturales, económicas y
políticas diferentes, con un intercambio comercial y cultural justo en
función de las necesidades vitales de los pueblos, sin intereses
territoriales. En síntesis, es el respeto hacia la misma practica
ejercida por otra nación vecina en forma de humanidad en estado
progresivo.
Por el contrario, en una sociedad donde no hay respeto por el otro,
todo es expropiable y cada uno domina en función de la capacidad de
“persuasión”, para establecer una sociedad criminalizada. Aquellos
países cuya pretensión es que sus corporaciones estatales o privadas se
establezcan y parasiten las economías de países vecinos o no para
explotar y administrar los recursos de éstos, regular su renta per
cápita, aprovechar la renta de lo producido con la mano de obra, energía
e insumos originarios, subsidiar a la clase dirigente para que
coaccione a favor de los usurpadores y agreda con métodos de disuasión a
quienes no se arrodillen, es simplemente dictadura.
Finalmente, una maravilla: las no fronteras (como Europa que castiga
la inmigración), el libre comercio determinado por las potencias, el
dinero electrónico ya que no hay efectivo, el mercado mundial al alcance
de cualquier pc, es sólo la letra visible de este Nuevo Trato que en
forma oculta dice: corromperemos cualquier estado, mandatario o
administración, que salvaguarde los intereses nacionales por sobre los
objetivos corporativos. Toda una declaración de guerra. Así, el supuesto
nacionalismo con mucha identidad nacional, mucho folclore, fútbol, cine
y televisión costumbrista, fue una cubierta para privatizaciones
multinacionales de todos los servicios públicos y empresas del estado,
ingreso de grandes cadenas de venta minorista, empresas de
telecomunicaciones, medios públicos, etc. para enarbolar la falsa
bandera del progreso, la libertad y la democracia del capital. Ejemplo
de esta estructura globalizadora es Francia donde verdaderamente Marine
Le Pen no es la ultraderecha, sino Macron con un motor globalizante que
impulsa la renta financiera, la flexibilización laboral, la no gratuidad
de salud y educación, el desarme de las estructuras sindicales y la
disgregación cultural de las sociedades a fin de favorecer la
rentabilidad de la oferta ... de todo. Es decir, el antinacionalismo.
fuente: red voltaire
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