Sólo en lo que va del año 2017
cincuenta palestinos han sido asesinados a manos del ejército ocupante y
sus “cipayos” extremistas que habitan en los asentamientos construidos
en territorio palestino.
Este viernes 21 de julio en las inmediaciones de la Explanada de las
Mezquitas en Al-Quds, las fuerzas ocupantes asesinaron a cuatro
palestinos mientras protestaban por las medidas de destinadas a impedir
el libre tránsito por el tercer lugar más sagrado del mundo musulmán. A
los nombres de Mohamad Sharaf de 17 años, Mohamad Abu Ghannam, de 20
años y Mohamad Jalaf, de 17 años se une el de Rafat Hirbawi, asesinado
el pasado miércoles 19 de julio, junto a los de 1.200 heridos que han
sufrido la represión de las fuerzas ocupantes este primer semestre del
año 2017.
El Objetivo es Judaizar Palestina
Día a día el accionar de las fuerzas de ocupación del régimen de
Israel desencadena su política criminal contra una población indefensa,
sea en Al-Quds, Al-Jalil, en Beit Lahm, en Beit Jala, en Gaza, Ramalá,
Jan Yunis, Tulkarm o cualquiera de las ciudades, pueblos y aldeas
palestinas. Una política colonialista implementada desde el momento
mismo del nacimiento provocado de la entidad sionista el año 1948 y
catalizado por la sed de expansión de una ideología surgida en los
pasillos y corrillos de las casas de multimillonarios judíos en la
Europa Imperial tanto en Francia como en Inglaterra. Una ideología que
no ha parado de absorber territorios bajo la consigna de un “espacio
vital” que lo asimila en materia discursiva como práctica con la
Alemania nacionalsocialista.
Israel se ha convertido a la par de su política, de sus crímenes, de
su ideología y la práctica colonizadora, racista y criminal contra el
pueblo palestino en una entidad nacionalsionista, que ve al otro como un
animal, un “Goyim” sin derechos, sin posibilidad de desarrollarse y
sólo destinado a servir como suelen destacarlo los políticos como el
ministro de asuntos militares Avigdor Lieberman, la ministra de asuntos
judiciales Ayelet Shaked y el propio primer ministro Benyamin Netanyahu,
obsesionado con la conformación mitológica del “gran Israel” y cuya
línea de trabajo va enfocada a judaizar los territorios ocupados. Así
lo entiende la Federación Palestina de Chile – país que acoge la mayor
cantidad de chilenos de origen palestino fuera de Oriente Medio – al
manifestar que este tipo de acciones obedece a una política constante de
hostigamiento por parte de Israel, que busca cambiar el status quo de
la ciudad de Jerusalén y vaciarla de sus habitantes nativos dando paso
así a la judaización de ésta.
Políticos peligrosos son los que conforman la clase dirigente
israelí, que si es verdad aquello del derecho internacional, tendrían
que ser conducidos con grilletes a un Tribunal internacional para
juzgarlos por crímenes de guerra. Son ellos y cada miembro del gabinete
israelí, políticos y militares criminales de guerra, como también
aquellos jueces que ciegos, ordos y mudos permiten el atropello a los
derechos del pueblo palestino. Y, sin embargo, esta comunidad
internacional, tan vaciada de contenido, dotada de una doble moral
pasmosa, hipócrita y vergonzosa termina cediendo ante las presiones del
padre putativo del régimen israelí: Estados unidos, que con su derecho a
veto en el seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU),
el aporte financiero y militar que año tras año le otorga el régimen
sionista, impide que esta entidad desaparezca y siga sirviendo en su
papel de gendarme de los intereses occidentales en la zona.
En lo descrito surge una lógica interrogante ¿En qué escenario puede
un pueblo aceptar mansamente que su tierra sea regalada a colonos
impulsados por un sionismo con sede en Londres y París, financiados en
la compra de tierra por el Fondo Nacional Judío – creada en 1901 en
Basilea, Suiza – y posteriormente protegidos por bandas armadas como la
Haganá e Irgún? Y esa pregunta tiene evidente actualidad cuando resulta
impensable aceptar hoy, en pleno 2017, setenta años después de la
Resolución 181, que el pueblo palestino siga sometido a la muerte
cotidiana, a la persecución religiosa, al crimen impune, al robo de
tierra, de sus recursos acuíferos, a la destrucción de su identidad, a
la diaria violación de sus derechos humanos, al impedimento para que
retornen los refugiados de la Nakba, que la juventud pueda tener
perspectivas, que se pueda nacer en Palestina sin temer que un soldado o
un colono te asesine ¿podría usted lector aceptar mansamente estos
crímenes?
La Resistencia es Legítima y Necesaria
Reitero lo que sostengo permanentemente frente a la ocupación que
sufre el pueblo palestino desde el año 1948 y los resultados de dicha
ocupación en materia de muertos, heridos, destrucción de su aldeas,
demolición de viviendas, segregación racial, apartheid, encierros
colectivos, cientos de check points, sortear un Muro vergonzoso que a
lo largo de 721 kilómetros cercenan el sueño de un estado palestino. La
Imposibilidad de practicar sus creencias religiosas, de transitar
libremente por su territorio, de ver crecer sus hijos sin el peligro que
los asesinen. Me pregunto frente a esta dramática realidad. Por tanto,
insisto en la interrogante ¿En qué escenario puede un pueblo aceptar
mansamente que su tierra siga ocupada a manos de los defensores de una
ideología criminal que han conformado una entidad violatoria del derecho
internacional y que impunemente y bajo la protección de países
occidentales – ya sea por acción u omisión - asesina día a día a los
hijos de una tierra que a partir de fines del siglo XIX comenzó a
recibir oleadas de colonos europeos que venían a reclamar un derecho
mitológico supuestamente entregado por su dios?
Una pregunta actual que requiere una necesaria respuesta cuando
resulta insoportable una realidad, que ha significado setenta años desde
la Resolución 181, que significó la partición de Palestina y ver como
las mejores tierras eran regaladas a una entidad artificial,
victimizada por su sufrimiento a manos del nazismo y que hasta el día de
hoy le ha significado réditos multimillonarios a manos de Alemania, la
banca Suiza y una política, definida por el intelectual judío Norman
Finkelstein como “la industria del holocausto” y la crónica explotación
de lo que fue el sufrimiento judío. Finkelstein es un hombre valiente ue
ha desenmascarado a quienes usan el sufrimiento de seres humanos, para
hacer sufrir a otros seres humanos en una conducta despreciable. No hay
duda que el lobby sionista ha sometido tanto a Alemania como a Suiza,
como también a los legítimos reclamantes judíos de los crímenes
cometidos, denunciando que esos fondos – calculados en más de 100 mil
millones de dólares – han sido utilizados no en beneficio de las
víctimas y sus familiares sino para mantener la Industria del
Holocausto.
Y en ese marco ¿Cómo es posible que el pueblo palestino tenga que
pagar por crímenes que no cometió y verse sometido al mismo tipo de
conductas que los nazis sometían a judíos, rusos, polacos, gitanos,
disidentes, enfermos mentales? ¿Cómo es posible aceptar que millones de
palestinos se vean privados de elementales derechos y vivan sujetos al
arbitrio, a la ocupación, al robo de su riquezas, al expolio de su
acervo cultural e histórico, a la fragmentación de su territorio, a la
violación de sus derechos humanos, al asesinato de sus jóvenes y
niños. ¿podría usted lector aceptar mansamente estos crímenes? Por
supuesto que no y menos en su casa, en su patio, en lo que es suyo lo
que genera la lógica respuesta de atacar a este ocupante, de defender lo
que es suyo.
Por tanto, toda resistencia a esa realidad es legítima y un deber.
Como también es indiscutible, necesario y fundamental que el Eje de la
Resistencia de un claro apoyo y sostén a la lucha del pueblo palestino.
Dotarlos de apoyo político pero también material con el cual combatir al
ocupante: apoyo en foros internacionales pero también con armas con la
cual combatir al invasor. Denuncias en el plano internacional pero
también cercar las fronteras de la Palestina histórica y demostrarle al
sionismo que no se aceptará más crímenes, ya sea contra palestinos,
sirios, libaneses o iraquíes entre otros. Al mismo tiempo de
intensificar los llamados para que los pueblos de los países árabes
depongan a sus gobiernos corruptos y criminales, sus monarquías feudales
que han entregado a sus pueblos a la codicia y ambiciones occidentales a
partir de la conjunción de tres ideologías criminales como nunca antes
vista en el mundo: imperialismo, sionismo y wahabismo.
Israel no respeta la legalidad internacional, hace caso omiso de las
resoluciones de las Naciones Unidas, se burla del derecho internacional,
comete crímenes de guerra y de lesa humanidad. Destruye patrimonio
histórico palestino, viola los derechos humanos del pueblo palestino,
los asesina a sangre fría en sus lugares sagrados, los expulsa de sus
tierras, asesina a mansalva y sin embargo aquellos que tanto vociferan
respecto a la defensa de los derechos humanos en Venezuela, en Cuba o en
cualquier país que no es parte del coro de amigo del imperialismo, del
sionismo y el wahabismo, esas potencias encabezadas por Estados Unidos
avalan esta política criminal sionistas y sus violaciones.
No hay sanciones, no hay bloqueos, no hay zonas de exclusión aérea,
no hay embargo económico ni congelar activos de los criminales
sionistas, sean estos políticos, militares o ideólogos. La hipocresía en
este plano es vergonzosa y por ello la entidad sionista con su práctica
criminal queda impune frente a cada incumplimiento. Eso debe cesar,
Israel debe pagar cada uno de sus crímenes, cada uno de sus asesinatos y
sus robos. Sus ocupaciones y desprecio a la vida de millones de
personas. Hay mucho que hacer por lograr la definitiva liberación de
Palestina y parte de ello es que desaparezca todo rastro del sionismo.
La paz en la región implica la eliminación de esta ideología criminal.
fuente: hispantv
No hay comentarios:
Publicar un comentario