Quizás sea uno más de los actos inútiles de la ONU, pero al menos, en
este caso, debería tener una mejor recepción, aunque algunos
(principalmente los interesados), lo tilden de hipócrita.
La convocatoria del foro fue aprobada en octubre de 2016 por una
comisión de la Asamblea General de la ONU (AGNU), con 123 votos a favor,
38 en contra y 16 abstenciones.
Bajo la dirección de Costa Rica (país que abolió su ejército hace
décadas y sigue ahí), la primera ronda de debates se extenderá hasta el
31 de marzo, para luego continuar del 15 de junio al 7 de julio en la
sede principal de la ONU en Nueva York, Estados Unidos.
Se prevé que el tratado califique las armas nucleares como “ilegales”
y prohíba a todos los que lo suscriban su desarrollo, posesión,
almacenamiento, estacionamiento o financiación.
Entre los países que se opusieron a la propuesta figuran cuatro
miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU: EEUU, Francia,
el Reino Unido y Rusia, además de Israel, (potencia nuclear no declarada
oficialmente); otras potencias nucleares se abstuvieron (China, India,
Pakistán).
Ya saben, los ocho jinetes del apocalipsis en sus caballos
aterradores, a los que ahora se quiere unir una Corea del Norte, que de
momento solo monta un borriquito.
Hasta Japón, único país en sufrir un ataque nuclear, en 1945, votó
‘No’ a las negociaciones, preocupado por la falta de consenso al
respecto.
Otros países que “no creen en la prohibición de armas nucleares” son Australia, Alemania o Noruega.
Sin embargo, el rechazo de estos países no disuadió a las naciones
que defienden esta iniciativa como Austria, Irlanda, México, Brasil,
Sudáfrica o Suecia, ni a las centenas de ONG comprometidas con esta
causa.
La cuestión es que ninguna de las potencias nucleares asiste a la conferencia de este lunes.
Al concluir las negociaciones, los participantes de la conferencia
informarán a la Asamblea de los resultados que esperan plasmar en un
documento vinculante que prohíba y obligue a eliminar las armas
nucleares.
Moscú criticó esta iniciativa y la rechazó como contraproducente.
Al intervenir en la Asamblea General de la ONU en septiembre del 2016, el canciller ruso, Serguéi Lavrov, tachó de populismo los llamamientos a renunciar totalmente a las armas nucleares.
Así es como lo exponía Sputnik:
“El ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, calificó
la iniciativa como populismo, ya que, según el alto cargo ruso, el
proyecto está tratando de reemplazar a una solución real de los
problemas de estabilidad estratégica.
El director del Departamento de la no proliferación y control de
armamentos, Mijaíl Uliánov, también considera que se trata de acciones
políticas y de propaganda, cuyas consecuencias pueden ser muy
peligrosas”.
Por su parte, EEUU hizo su discurso hipócrita habitual, tal y como lo encontramos también en la noticia de Sputnik:
“EEUU ha exhortado a todos sus aliados y socios a votar en
contra del proyecto de resolución de la Asamblea General de la ONU que
insta a comenzar las negociaciones sobre el tratado para prohibir las
armas nucleares. EEUU ha advirtido a sus aliados, entre ellos a Japón,
de que si adoptaba y entraba en vigor el tratado, “tendría un impacto
directo” en la capacidad de Washington de cumplir las obligaciones en
materia de “disuasión reforzada”, así como en la posibilidad de los
socios de EEUU de participar en las operaciones defensivas conjuntas.
Sin embargo, según Beatrice Fihn, directora de Ican (una coalición de
oenegés que se moviliza sobre este tema), afirma que poco importa que
las potencias nucleares no muestren interés en los debates, pues la
adopción de un tratado los obligará tarde o temprano a revisar su
política, aunque actualmente estén comprometidos en la modernización de
su armamento nuclear.
De todas formas, el comentario de Fihn parece más un deseo que una
realidad: las nueve potencias nucleares están reforzando sus arsenales
nucleares, incluído el nuevo invitado: Corea del Norte.
Incluso los EEUU, con la llegada de Trump, ya han anunciado redoblar
esfuerzos al respecto. Ya saben: el hombre enviado por dios para traer
la paz al mundo y todo eso…
Al respecto de esta noticia, hay dos elementos que resultan
especialmente decepcionantes: por un lado, la posición indigna de Japón,
un país que parece no querer escarmentar en todo lo referente a las
armas nucleares, ni tampoco a la energía nuclear. Realmente, debería
darles vergüenza y lo que es más triste: con su actitud empiezan a
merecerse todo lo que les ha sucedido, por más duro que suene.
Por otro lado, no se puede esperar un apoyo al desarme de las bestias
habituales: EEUU, Rusia, China, India, Pakistán, Reino Unido, Francia o
Israel.
Pero decepciona enormemente ver al canciller de exteriores ruso tildando de “populismo”
el intento de desarme nuclear. De esta Rusia de Putin, que poco menos
que se presenta como líder mundial de la paz, deberíamos esperar un poco
más (de los otros ya sabemos qué esperar). Parece que el nivel de
hipocresía es muy similar al que practica EEUU, aunque algunos sectarios
se nieguen a ver la triste realidad de la sustitución de unos por
otros.
De hecho, en ese extraño equilibrio entre el desvarío de un demente y
el pragmatismo político que caracteriza a nuestro mundo, las potencias
nucleares vienen a decirnos que las armas nucleares “garantizan la paz mundial”, por “su poder disuasorio”.
Una escopeta apuntando a tu cara también tiene un magnífico poder
disuasorio, aparte de que ayuda enormemente a cerrar acuerdos favorables
para los intereses del dueño de la escopeta. Porque de eso va el
asunto, amigos, aunque nos lo quieran vender como una presunta doctrina
que garantiza la estabilidad entre iguales y una paz relativa.
Y es que así están las cosas: que en nuestro mundo se tengan armas
para destruir el planeta 4 veces y convertirlo en un páramo sin vida, es
“sinónimo de equilibrio, no agresión y paz”…
Y de hecho tienen razón. Podríamos aplicar esta lógica a todas las cosas.
Por ejemplo, si saliéramos a la calle con el puntito rojo de la mira
láser de un amable francotirador entre ceja y ceja, dispuesto a volarnos
la cabeza a la mínima que no respetemos las normas, seguro que
construiríamos una sociedad perfecta, pacífica y sin delitos, ¿no es
eso?
Viene a ser el mismo principio de disuasión.
Quizás lo apliquen en un futuro no muy lejano, en forma de collar
explosivo para todos los ciudadanos, como en las pelis de ciencia
ficción.
¡Al fin y al cabo, esa es la lógica de esa panda de tarados que dejamos que nos gobiernen!
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