sábado, 22 de febrero de 2020

Junta Nacional de Justicia de Perú busca destituir a fiscales vinculados a caso Lava Jato

LIMA (Sputnik) — La Junta Nacional de Justicia de Perú (JNJ), órgano encargado de nombrar y deponer fiscales, anunció que iniciará un proceso disciplinario para destituir a los fiscales supremos Pedro Chávarry y Tomás Gálvez, sospechosos de proteger a investigados en el caso Lava Jato.
"El pleno de la JNJ acordó el inicio de estos procedimientos (contra los fiscales supremos), los que han sido solicitados por los órganos de control del Poder Judicial y del Ministerio Público, con pedido de la medida disciplinaria de destitución", informó el organismo en un comunicado.
Chávarry y Gálvez son miembros de la Junta de Fiscales Supremos, órgano rector del Ministerio Público.
Ambos fueron acusados por los miembros del equipo fiscal Lava Jato, ocupado de los delitos en el caso de corrupción, de querer obstruir desde el interior del Ministerio Público las investigaciones contra políticos implicados.
Por una serie de chats revelados en 2019, se supo que la bancada de Fuerza Popular (fujimorista, derecha), buscaba mantener a Chávarry en el cargo con el propósito de bloquear las investigaciones de lavado de activos contra la líder, Keiko Fujimori, y otros miembros de la agrupación.
En reiteradas ocasiones, el presidente Martín Vizcarra manifestó su apoyo a la salida de los cuestionados fiscales del Ministerio Público.

Conferencia de Múnich: Funeral de la era occidental y catarsis contra China y Rusia

La Conferencia de Seguridad de Múnich exhibió la fractura de EEUU con Francia y Alemania y la pérdida de rumbo de la OTAN. El foro noratlantista de la CSM sirvió como catarsis contra China y Rusia y se asemeja al globalista Foro Económico Mundial de Davos: dos funerarias donde ya aburren las oraciones fúnebres sobre el fin de la era occidental.

por Alfredo Jalife Rahme
La Conferencia de Seguridad de Múnich (CSM) en su versión 56 exhibió su pánico ante el ascenso del nacionalismo global que sustituye al fracasado globalismo financierista.
La Decadencia de Occidente, sin necesidad de leer a Oswald Spengler que la detectó en 1918/1922 —y eso que no conoció la putrefacción del globalismo unipolar post-1991—, se exhibió a plena luz en la CSM donde la tríada de Pompeo/Esper/Pence del Gabinete Trump de EEUU trató de diluir arremetiendo contra China y Rusia.
Mike Pompeo —exdirector de la CIA, zelote del evangelismo sionista y hoy secretario de Estado—intentó apaciguar la angustia, más alemana que europea, al proclamar sin sustento que la OTAN «está ganando colectivamente» y que «la muerte de la alianza transatlántica está gruesamente sobre exagerada».
Pompeo basó el éxito de lo que denomina los «países libres» en que «los migrantes huyen a Europa y no a Cuba y que la gente va a estudiar a Cambridge y no a Caracas, mientras que las empresas se abren en Silicon Valley y no en San Petersburgo». !Qué pueril!
El secretario de Defensa, Mark Esper, criticó que EEUU considera a China como una amenaza prominente en su búsqueda por una «ventaja por cualquier medio y a cualquier precio» y advirtió que en 2035 China tiene como objetivo «completar su modernización militar» y en 2049 desea «dominar Asia como la prominente potencia militar global».
Aquí Europa y EEUU fracturan a sus enemigos: para los primeros era Rusia y para los segundos ya es China.
No hay que ser genios para entender que la salida del Reino Unido de la Unión Europea mediante el Brexit dejó a Francia como la única potencia nuclear de lo que queda de la Unión Europea, cada vez más balcanizada, lo cual es aprovechado por el presidente galo, Emmanuel Macron, quien se posicionó durante la CSM en las antípodas irrendentistas de la tríada estadounidense Pompeo/Esper/Pence.
Más allá de los consabidos diagnósticos de Macron sobre el devenir de Europa —«muerte cerebral de la OTAN» y necesidad geoestratégica de acercarse a Rusia para no empujarla a los brazos de China—, el presidente galo aceptó que existe «un debilitamiento de Occidente».
Comentó que «hace 15 años pensamos que nuestros valores eran universales, que dominarían para siempre al mundo y que éramos dominantes en términos de tecnología militar, entre otros», pero «en el mundo de hoy, los valores cambiaron y nuevas potencias emergieron» en referencia a China y Rusia.
Macron insistió que existe una «segunda opción» que significa reanudar el diálogo con Rusia antes de que se les escape a los brazos de China, por lo que las sanciones antirrusas le costaban tan caras a Europa que a Rusia misma: «acumulamos conflictos congelados, sistemas de desafíos, sanciones que no cambiaron absolutamente nada en Rusia».
Macron se pronunció a favor de una arquitectura de seguridad europea con Rusia, así como la búsqueda de un desarrollo de «reglas de juego en un espacio compartido».
La postura de Alemania, país anfitrión de la CSM, bautizada también como Wehrkunde, no es nada fácil ya que ha sido puesto en peligro su posicionamiento como la primera potencia geoeconómica de la Unión Europea con el Brexit, así como el retorno de Francia como la primera potencia nuclear europea que, de facto, brinda su paraguas nuclear.
Ahora parece que Trump ha dejado a Alemania a su suerte entre Rusia y Francia cuando esta última coquetea abiertamente con Rusia.
Alemania fue tomada por sorpresa ante el reajuste del nuevo orden mundial posoccidental cuando Rusia fue orillada torpemente por Obama y Hillary Clinton a asociarse con China, lo cual dejó aislado a EEUU, si es que nos basamos en el concepto de la «estabilidad estratégica» que conforman EEUU, Rusia y China.
Las declaraciones de los responsables alemanes parecen agónicas. El embajador Wolfgang Ischinger, jerarca de la CSM, comentó una perogrullada: «podemos entonces estar al borde de la era posoccidental, en la que los actores no-occidentales reconfiguran los asuntos internacionales, seguido aún en detrimento de precisamente aquellos marcos multilaterales que formaron el cimiento del orden internacional liberal desde 1945».
Mas realista, en medio del ascenso nacionalista germano que los globalistas tildan de «populista», fue la ministra de defensa germana Annegret Kramp-Karrenbauer, quien sentenció estar «completamente de acuerdo con Macron».
Más allá de la corta visibilidad del embajador Ischinger, el presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, puso el dedo en la llaga al denunciar el egoísmo nacional de Trump: «nuestro principal aliado, EEUU, rechaza en la actual Administración la idea misma de una comunidad internacional».
No es fácil quedarse huérfano y buscar nuevos tutores. El orgullo alemán no ha podido soportar las obscenas presiones del Gabinete Trump para obstruir la conexión gasera de Rusia con Alemania mediante el Nord Stream 2 y, mucho menos, la insípida presión para impedir su conectividad con el 5G de Huawei, que ni siquiera el «aliado especial» de EEUU, el Reino Unido con el primer ministro conservador, Boris Johnson, gran aliado de Trump, ha aceptado.
Wang Huiyao, presidente del Centro de China y la Globalización, además de consejero del Gobierno chino, comentó que el eslogan de la CSM de Westlessness (debilitamiento de Occidente) reflejaba la necesaria corrección de la forma en que Occidente mira al resto del mundo.
El canciller chino, Wang Yi, replicó las andanadas de la tríada de Pompeo/Esper/Pence que sufren de «una mezcla de megalomanía y paranoia» cuando «Occidente necesita también evitar su creencia subconsciente de la superioridad de la civilización y abandonar sus prejuicios y angustias en relación a China».
Es absurdo pretender que Occidente es superior a las miríficas civilizaciones asiáticas.
El canciller chino conminó a EEUU a «espetar las opciones del pueblo chino y aceptar y bien recibir el desarrollo y la rejuvenización del mayor país del Este, que tiene un sistema diferente de Occidente». En referencia a las diatribas conjugadas de Pompeo y Esper, comentó que son la repetición de las «campañas de calumnia y criticas a China» cuya totalidad de acusaciones «son mentiras».
Mucho más diplomático, ya que la andanada de EEUU se concentró en China, el canciller ruso, Serguéi Lavrov, apeló para un «nuevo orden mundial posoccidental» y, de paso, desechó a la OTAN como una «reliquia de la Guerra Fría«.
Lavrov abogó por el desarrollo de relaciones bilaterales, cuya conceptualización colisiona con las anacrónicas visiones medievales del vicepresidente de EEUU, Mike Pence, quien había sentenciado que tendría a Rusia como «responsable» del deterioro de las relaciones cuando en forma paradójica, el mismo Trump busca una agenda común con el Kremlin.
El ministro de Exteriores de Rusia enfatizó que las relaciones de Rusia con EEUU deberán ser «pragmáticas, de respeto mutuo y compresión sobre la responsabilidad especial para la estabilidad global».
El canciller Lavrov se posicionó sin tapujos por la creación de un «orden mundial justo y democrático”, a lo que los «líderes responsables» del mundo deberán adherirse.
La ponencia de Lavrov fue a favor de las soberanías «dentro de las reglas de las leyes internacionales» y puntualizó que Rusia y EEUU nunca han tenido un conflicto directo, poniendo énfasis en que ambas súper potencias son «vecinos cercanos a través del estrecho de Bering».

Fuente:
Mente Alternativa

Esper remodela el presupuesto del Pentágono de acuerdo a los planes de guerra contra Rusia y China

Esper remodela el presupuesto del Pentágono de acuerdo a los planes de guerra contra Rusia y China. El secretario de Defensa de EU, Mark Esper, dejó en claro en las declaraciones que le dio al periódico Defense News el pasado fin de semana , que se encuentra remodelando el presupuesto del Pentágono, que se acaba de dar a conocer el 10 de febrero, según la Estrategia de Defensa Nacional de 2018, es decir, que el presupuesto se está orientando de acuerdo a los planes de guerra que están en desarrollo para un conflicto con Rusia y con China. “Este presupuesto va a reflejar mi impronta en cuanto a lo que pueda hacer en tres meses”, dijo. “El siguiente presupuesto en el que estamos trabajando ahorita, claramente va a tener mis huellas dactilares por todos lados”.
Esas huellas dactilares, informa Defense News, comienzan con la elaboración de lo que Esper denomina un “plan de guerra moderno, actualizado, y aprobado en contra de nuestros pares más cercanos, al menos uno de ellos, de manera que sepamos que está actualizado y que está en el ambiente [de la Estrategia Nacional de Defensa]. En estos momentos no tenemos ninguno de esos”. Agregó que ese plan, que es “un gran punto de articulación para nosotros”, debe estar concluido en algún momento en el verano. Pero mientras tanto, el Departamento de Defensa va a llevar a cabo juegos de guerra, ejercicios y simulaciones computarizadas, que ayuden en la elaboración del presupuesto requerido para el año fiscal 2022.
El presupuesto tiene previsto $46 mil millones de dólares para programas de armas nucleares, de los cuales $28.9 mil millones van para el Pentágono y el resto para la Administración Nacional de Seguridad Nuclear. El grueso del financiamiento irá a la modernización de la fuerza nuclear, tal como los nuevos submarinos lanzamisiles balísticos, misiles Trident mejorados para la Armada, y nuevos bombarderos y misiles balísticos intercontinentales para la Fuerza Aérea.
La Fuerza Aérea, sin embargo, decidió cancelar uno de sus dos programas de armas supersónicas supuestamente por presiones de presupuesto. “Nosotros vamos a continuar trabajando en colaboración con nuestros servicios hermanos para ver de qué manera podemos aprovechar más eficientemente las capacidades de cada uno, para garantizar la utilización más prudente de los dólares de los contribuyentes”, dijo la vocera de la Fuerza Aérea, Ann Stefanek, en una declaración que fue enviada ayer por correo electrónico a Defense News. Dijo que los avances hechos en el programa que se canceló “servirán para acelerar la generación y la demostración de las capacidades de varias armas supersónicas en el futuro próximo”.
Una de las áreas que se recortará es la Iniciativa de Defensa Europea (IDE), la cual financia el apoyo a los despliegues militares de Estados Unidos en Europa para contrarrestar la supuesta agresión rusa. La IDE forma parte del presupuesto de las Operaciones de Contingencia Extraterritoriales (OCO en sus siglas en inglés), para la cual se piden $69 millones para el 2021. Según un comunicado de prensa del departamento de Defensa, el presupuesta de la OCO se divide en $20,500 millones para operaciones de combate, $32,500 millones para cubrir costos que quedan después de que terminan las operaciones de combate, y $16 mil millones para los requerimiento de base del presupuesto que se pasa al OCO a fin de cumplir con la Ley de Presupuesto Bipartidista del 2019.
Fuente:
Mente Alternativa

TURQUIA EN BUSCA DE PODER


Aunque lo ve con regocijo, la prensa internacional interpreta el brusco cambio de posición ‎de ‎Turquía, ahora nuevamente en conflicto con Rusia, como una prueba más del ‎temperamento caprichoso del “sultán” Erdogan. Thierry Meyssan estima, por el ‎contrario, que Ankara da muestras de constancia en su larga búsqueda de identidad ‎propia, adaptándose cada vez a la nueva situación, a falta de saber definir su lugar.‎

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Maqueta del “Palacio Blanco”, el gigantesco complejo presidencial construido en Ankara. ‎Turquía trata de compensar su incapacidad para definirse adoptando una forma de delirio de grandeza.‎
La Turquía actual es heredera, al mismo tiempo, de las hordas de Genghis Kan, del Imperio ‎Otomano y del Estado laico fundado por Mustafá Kemal Ataturk. Esta Turquía rechazó la ‎definición de sí misma que se planteaba en el Tratado de Sevres (1920) e impuso por la fuerza las ‎modificaciones que serían recogidas después –en 1923– en el Tratado de Lausana, pero hoy ‎sigue creyéndose incomprendida y despojada de una serie de territorios griegos, chipriotas, sirios ‎e iraquíes que aún sigue reivindicando como suyos. Esta Turquía persiste en la negación de los ‎crímenes que perpetró en el pasado, como el genocidio contra los no musulmanes. ‎
Después de un siglo sin lograr definirse, Turquía aplica una política exterior que se compone de ‎reacciones sucesivas ante las correlaciones de fuerzas regionales y mundiales, con lo cual da la ‎impresión, errónea, de que su voluntad es errática. ‎
El brusco cambio de posición que Turquía acaba de realizar ante Rusia no es resultado de un ‎capricho momentáneo sino, por el contrario, de la continuación de su continua búsqueda de ‎identidad en un entorno inestable. ‎

1- La desaparición de la URSS (1991)

Turquía, que no había pensado en consolidarse como miembro del bando vencedor de la guerra ‎fría, se vio a sí misma carente de una razón de ser ante la disolución de la URSS, el 26 de ‎diciembre de 1991. ‎
El hecho es que Turquía se había planteado modernizarse incorporándose a la comunidad ‎europea, pero los europeos no tenían ninguna intención de aceptarla y se han limitado a prolongar ‎interminablemente las negociaciones, permitiéndole alcanzar sólo el estatus de Estado Asociado a la Comunidad Económica Europea –‎desde 1963– y convertirse en candidato a la membresía –desde 1987.‎
Al mismo tiempo, Turquía tenía ante sí una segunda opción: encabezar el mundo musulmán, ‎siguiendo así las huellas del Imperio Otomano. Pero los sauditas, que presiden la Conferencia ‎Islámica, se oponían a ello. Aparecía entonces una tercera opción para Turquía: restablecer sus ‎vínculos con las poblaciones turcoparlantes de cultura mongola, que se habían hecho ‎independientes en Asia Central. ‎
Demasiado indecisa, Turquía dejó pasar el momento oportuno para la tercera variante. ‎Al ponerse a la cabeza de la Operación Tormenta del Desierto para expulsar a Irak de Kuwait, ‎el presidente estadounidense George Bush padre creó un orden regional estable basándose en el ‎triunvirato conformado por Arabia Saudita, Egipto y Siria. Tratando de ganarse un espacio, ‎Turquía estableció entonces una relación privilegiada con el otro huérfano del Medio Oriente, ‎o sea con Israel, que comparte la obsesión turca de reclamar territorios [1].‎

2- El 11 de septiembre de 2001

Al destruir los dos principales enemigos de Irán –Afganistán e Irak–, el presidente George ‎Bush hijo permitió que ese país volviera a desempeñar un papel en la región. Teherán se puso ‎entonces a la cabeza del “Eje de la Resistencia” (Irán, Irak, Siria, Líbano y Palestina) ante todos ‎los demás países de la región, organizados alrededor de Arabia Saudita e Israel. A pesar de las apariencias y contradiciendo la lectura simplista que prevalece en Occidente, no se trataba de ‎una oposición entre proestadounidenses y antiestadounidenses, ni tampoco entre chiitas y ‎sunnitas, sino de un conflicto regional ficticio, alimentado por el Pentágono, siguiendo el ‎esquema que ya había aplicado durante la década de la inútil guerra entre Irak e Irán. Pero ‎esta vez, el objetivo final no era debilitar a los dos bandos sino lograr que las poblaciones de la ‎región destruyeran las estructuras de sus propios Estados, conforme a la estrategia ‎Rumsfeld/Cebrowski [2].‎
Siendo el único Estado de la región que entendió a tiempo esa estrategia del Pentágono ‎estadounidense, Turquía optó por protegerse manteniendo buenas relaciones con ambos bandos y ‎predicando el desarrollo económico en vez de la guerra civil regional. Así que se distanció ‎de Israel. ‎
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Mapa del estado mayor estadounidense publicado en 2006 por el coronel ‎Ralph Peters. En contradicción con todas las previsiones, Estados Unidos se dispone a ‎desmantelar Turquía, considerada “aliado” de Washington, mediante la creación de un ‎‎“Kurdistán libre” que abarcaría vastos territorios turcos.
En 2006, cuando el coronel Ralph Peters publicó un mapa sobre los planes del estado mayor de ‎Estados Unidos, pudo verse que Estados Unidos se disponía a desmembrar Turquía mediante la ‎fundación de un “Kurdistán libre” [3] vagamente basado en el Kurdistán cuya creación se había previsto ‎en 1920. Parte de los generales turcos cuestionó entonces el alineamiento de Turquía del lado ‎de Washington y aconsejó establecer otra alianza. Estos generales tantearon el terreno del lado ‎de Pekín –Moscú no había recuperado aún su lugar como potencia militar mundial. Algunos ‎dieron un paso, abriendo un canal de discusión con China y comprando algún armamento a ‎ese país, pero fueron arrestados en 2008, junto a los responsables del Partido de los ‎Trabajadores (İsci Partisi, formación política de corte kemalista y maoísta), en el marco del ‎escandalo Ergenekon. Casi todos los oficiales del estado mayor turco fueron condenados a ‎largas penas de cárcel, supuestamente por espionaje a favor de Estados Unidos, antes de que ‎la verdad acabara por salir a la luz, con lo cual se anularon todos los juicios contra ellos. ‎
Fue en ese momento cuando Ankara aceptó crear un mercado común con la vecina Siria, para ‎protegerse de un eventual desmembramiento de su territorio, que tendría como pretexto el ‎llevado y traído tema del “Kurdistán libre”. ‎

3- Las «primaveras árabes» (2011)

En definitiva, durante la operación anglosajona de las llamadas «primaveras árabes», que tenían ‎como objetivo poner a la Hermandad Musulmana en el poder en todos los países del ‎Medio Oriente ampliado (o Gran Medio Oriente), Turquía creyó poder aprovechar el hecho que el ‎entonces primer ministro y hoy presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, era miembro de esa ‎cofradía para escapar al caos anunciado. Así que Turquía “despertó” en Libia la tribu otomana de ‎los misratas y ayudó la OTAN a derrocar al líder libio Muammar el-Kadhafi, a pesar de ser este ‎último un aliado de Ankara. Después, Turquía entró en guerra contra Siria… que también era ‎su socio comercial. Pero esas dos aventuras dieron al traste con la hasta entonces floreciente ‎economía turca. ‎
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Mientras se esconde de los militares turcos que tratan de matarlo ‎por cuenta de la CIA, en julio de 2016, el presidente turco Erdogan se las arregla para ‎transmitir un mensaje a la población a través de un teléfono celular que la presentadora de ‎televisión sostiene ante las cámaras. El 15 de julio, Erdogan logra neutralizar a los golpistas y ‎recupera el control del país.
Pero cuando Rusia acude en ayuda de Siria y derrota a los yihadistas del Emirato Islámico ‎‎(Daesh), Turquía decide alejarse de las potencias occidentales. Se acerca a Moscú, compra los ‎sistemas antiaéreos rusos S-400 y la central atómica de Akkuyu, se compromete con el proceso ‎de paz en Siria durante los encuentros de Sochi y de Astaná. La CIA responde manipulando la ‎organización del predicador islamista turco Fetullah Gulen y financiando el HDP (Partido de las ‎Minorías) contra el AKP (el partido islamista del presidente Erdogan. En resumen, van al historial de ‎la CIA contra Turquía el derribo de un avión ruso de combate Sukhoi-24 en la frontera turco-‎siria, al menos un intento de asesinar a Erdogan, un intento fallido de golpe de Estado y el ‎asesinato del embajador ruso Andrei Karlov, entre otros hechos. ‎
Aturdida, Turquía respondió con una extensa cacería de brujas, llegando incluso a encarcelar ‎medio millón de personas por un intento de asesinato en el que estuvieron implicados ‎cuando más algunos cientos de militares. ‎
Turquía se situó entonces a medio camino entre Washington y Moscú, buscando su ‎independencia pero corriendo el peligro de verse aplastada en cualquier momento por algún tipo ‎de acuerdo entre los Dos Grandes. Al mismo tiempo, Turquía se posicionó de tal manera que ‎apoyaba y a la vez obstaculizaba a sus dos padrinos: o sea participó en la guerra contra Siria y ‎simultáneamente apoyó a Irán e instaló bases militares en Qatar, Kuwait y Sudán. ‎
Además de que no es posible mantener mucho tiempo ese tipo de postura, Turquía se vio ‎dividiendo sus esfuerzos entre 5 frentes al mismo tiempo: la Unión Europea, al firmar con esta un ‎acuerdo sobre los migrantes; el mundo árabe, al cual dice defender ante Israel; Asia Central, ‎que trata de mantener bajo su ala; la OTAN, de la cual sigue siendo miembro; y Rusia, a la que ‎trata de seducir.‎

4- El asesinato del general iraní Qassem Suleimani

El mundo entero creyó –erróneamente– que, extenuado, Estados Unidos se retiraba del ‎Medio Oriente ampliado, dejando el campo libre a Rusia. En realidad, Washington retiraba ‎sus tropas, pero mantenía su intención de conservar el control de la región a través de sus ‎intermediarios armados, entrenados y numerosos: los yihadistas. ‎
Ante la voluntad estadounidense de proseguir en el norte de África el plan de destrucción ya ‎iniciado en la parte asiática del Medio Oriente ampliado y estimando que fue probablemente el ‎gobierno iraní –no Israel– quien ayudó el Pentágono a concretar el asesinato del general Qassem ‎Suleimani, el gobierno turco volvió a revisar sus planes. ‎
Turquía está de regreso en la órbita de Estados Unidos. Después de haber negociado la paz ‎en Siria, el 13 de enero en Moscú, Turquía desafía ahora bruscamente a Rusia con el asesinato, ‎el 1º de febrero, de 4 oficiales rusos del FSB, en la región siria de Alepo [4]. ‎
El ejército turco, la tribu de los misrata (descendientes de otomanos) en Libia y los yihadistas aún ‎atrincherados en la región siria de Idlib –de los cuales al menos 5 000 fueron trasladados ‎en mes y medio por los servicios secretos turcos– ya comenzaron a desangrar Libia, con la colaboración quizás involuntaria del mariscal libio Khalifa Haftar. El objetivo es que todas ‎las partes se desgasten al máximo [5].‎
[2] ‎«El proyecto militar de Estados Unidos para el mundo», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 22 de ‎agosto ‎de 2017‎‏.‏‎
[3] “Blood borders - How a better Middle East would look”, coronel Ralph Peters, Armed Forces ‎Journal, junio de 2006.
[5] «Preparación de una nueva guerra», ‎por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 7 de enero de 2020.

FUENTE: RED VOLTAIRE

‎«¡OTAN Go Home!»‎

Hace dos décadas que las tropas de Estados Unidos imponen su “ley” en el Gran ‎Medio Oriente. Los Estados de varios países han sido destruidos, supuestamente para ‎defender a sus pueblos. En realidad, poblaciones enteras han sufrido la dictadura de los ‎islamistas. Pueblos enteros han sido víctimas de crímenes de masas y se han desatado hambrunas ‎de forma deliberada. El presidente Donald Trump ha obligado ‎sus generales a traer las tropas de regreso pero el Pentágono pretende seguir adelante ‎con su empresa de destrucción… utilizando ahora los soldados de la OTAN.‎
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El 12 de febrero de 2020, el general estadounidense Tod D. Wolters, Comandante Supremo de ‎las fuerzas de Estados Unidos en Europa y Comandante Supremo de la OTAN, llega al Consejo del Atlántico Norte.‎
El presidente Donald Trump dedicará el último año de su actual mandato a traer los boys ‎de regreso a casa. Todas las tropas estadounidenses desplegadas en el Gran Medio Oriente (o ‎Medio Oriente ampliado) y en África se retirarían por orden del presidente. Pero esa retirada de ‎los militares estadounidenses no significa el fin de la influencia de Estados Unidos en esas ‎regiones del mundo. ‎

La estrategia del Pentágono

Desde el año 2001, Estados Unidos adoptó en secreto la estrategia que habían enunciado ‎Donald Rumsfeld y el almirante Arthur Cebrowski –estrategia que fue incluso una de las razones ‎de los hechos del 11 de septiembre. Sólo 2 días después de los atentados del 11 de septiembre, ‎el coronel Ralf Peters mencionaba esa estrategia en la publicación de las fuerzas terrestres de ‎Estados Unidos [1] y 5 años después fue ‎confirmada con la publicación del mapa, trazado por el estado mayor ‎estadounidense, que mostraba los contornos del nuevo Medio Oriente [2]. ‎
Thomas Barnett, asistente del almirante Cebrowski, se ocupó de describir detalladamente esa ‎estrategia en un libro tituladoThe Pentagon’s New Map (“El nuevo mapa del Pentágono”) [3].‎
Inicialmente, había que adaptar las misiones de los ejércitos estadounidenses a una nueva forma ‎de capitalismo donde la finanza prevalece ante la economía. Habrá que dividir el mundo en ‎dos sectores separados. De un lado estarían los Estados estables integrados a la globalización, ‎incluyendo Rusia y China; del otro lado quedaría una amplia zona destinada sólo a la explotación ‎de sus materias primas. Por eso lo más conveniente es debilitar al máximo las estructuras de ‎los Estados en los países que quedan dentro de esa “reserva de recursos” –lo ideal sería destruir completamente ‎los Estados de esos países– para impedir que sus poblaciones puedan organizarse y alcanzar algún ‎tipo de desarrollo. Ese «caos constructor», según la fórmula utilizada por Condoleeza Rice ‎cuando era miembro de la administración Bush, no debe confundirse con el concepto rabínico ‎homónimo… aunque los partidarios de la teopolítica han hecho todo lo posible para alimentar esa ‎confusión. No se trata de destruir un orden “malo” para construir uno mejor sino de destruir ‎toda forma de organización humana para hacer imposible cualquier forma de resistencia de los ‎pobladores y permitir que las transnacionales puedan explotar los territorios de esa segunda zona ‎sin encontrar ningún tipo de obstáculo de orden político. Por consiguiente, se trata de un ‎proyecto colonial en el sentido anglosajón del término, que no debe confundirse con el tipo de ‎colonización que implica el envío de colonos y su implantación en las tierras colonizadas. ‎
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Según este mapa, extraído de un Powerpoint presentado en 2003 por ‎Thomas P. M. Barnett en una conferencia impartida en el Pentágono, habría que destruir ‎todas las estructuras de los Estados en los países situados en el área rosa‎.
Al iniciar la aplicación de esta estrategia, el presidente estadounidense George Bush hijo habló de ‎‎«guerra sin fin». En efecto, ya no se trata de ganar guerras y de derrotar adversarios sino ‎de manejar los conflictos para hacerlos durar el mayor tiempo posible –Bush habló específicamente de ‎‎«un siglo». ‎
Esa es la estrategia que ha venido aplicándose en el «Gran Medio Oriente», que abarca todo el ‎territorio que va desde Pakistán hasta Marruecos, todo el «teatro de operaciones» del CentCom ‎estadounidense, y el norte del territorio que el Pentágono atribuye al AfriCom. ‎
En el pasado, los soldados estadounidenses garantizaban el acceso de Estados Unidos al ‎petróleo del Golfo Pérsico –siguiendo la «doctrina Carter». Hoy en día están desplegados en ‎una zona 4 veces más amplia y su objetivo es acabar con cualquier forma de orden. Así fueron ‎destruidos los Estados de Afganistán (a partir del 2001), de Irak (a partir de 2003), de Libia ‎‎(a partir de 2011), se trató de destruir el Estado sirio (a partir de 2012), y se destruyó ‎el Estado en Yemen (a partir de 2015), de manera que esos países ya no son capaces de ‎proteger a sus ciudadanos. ‎
En resumen, a pesar del discurso oficial, el verdadero objetivo nunca fue derrocar «regímenes» ‎sino destruir Estados e impedir su resurgimiento. Por ejemplo, la caída de los talibanes –‎hace 19 años– no mejoró la situación de los afganos, que más bien ha seguido empeorando ‎desde entonces. El único contraejemplo podría ser el caso de Siria, país que, conforme a su ‎tradición histórica, ha logrado preservar su Estado a pesar de la guerra y que, aun con su ‎economía prácticamente en la ruina, ha logrado capear el temporal. ‎
De paso, hay que señalar que el Pentágono nunca consideró Israel como un Estado del Medio ‎Oriente sino como un Estado europeo, lo cual quiere decir que Israel no debe verse perjudicado ‎por la estrategia que acabamos de describir. ‎
En 2001, el coronel estadounidense Ralf Peters aseguraba entusiasmado que la limpieza étnica ‎‎«¡funciona!» (sic) pero que las leyes de la guerra prohibían a Estados Unidos poner en práctica ‎ese recurso… al menos directamente. Eso explica la transformación de al-Qaeda y la creación del ‎Emirato Islámico (Daesh), que hicieron lo que el Pentágono quería lograr pero sin poder hacerlo por ‎sí mismo ni públicamente. ‎
Para entender bien la estrategia Rumsfeld/Cebrowski, hay que diferenciarla de la operación de las ‎llamadas «primaveras árabes», concebida por los británicos según el modelo de la ‎‎«Gran Revuelta Árabe». El objetivo de las «primaveras árabes» era poner en el poder a la Hermandad ‎Musulmana, exactamente como Lawrence de Arabia puso en ‎el poder a los wahabitas en 1915. ‎
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El objetivo del estado mayor de Estados Unidos, aunque no asumido ‎públicamente, es acabar con las fronteras en el Medio Oriente, destruir los Estados en los ‎países de esa región –sin importar que sean amigos o enemigos– y recurrir a la “limpieza étnica”. ‎
En Occidente no se ve el Gran Medio Oriente como una región geográfica. Sólo se conocen algunos de sus países, que además son vistos como aislados entre sí. Los occidentales se autoconvencen así ‎de que los trágicos acontecimientos que sufren los pueblos del Medio Oriente ampliado son ‎todos provocados por circunstancias particulares –una guerra civil por aquí, por allá el ‎derrocamiento de un dictador sanguinario. Para cada país del Gran Medio Oriente, los ‎occidentales tienen una historia bien escrita que justifica el drama… pero no tienen ninguna que ‎explique por qué la guerra sigue prolongándose y lo último que quieren es que les pregunten ‎sobre ese por qué. Sólo saben denunciar «la negligencia de los americanos», que ‎supuestamente no saben terminar las guerras, y olvidan que los estadounidenses reconstruyeron ‎Alemania y Japón después de la Segunda Guerra Mundial. También se niegan a ver el hecho que ‎Estados Unidos está aplicando un plan enunciado de antemano, cuya puesta en práctica ya ha ‎costado millones de muertes. Y nunca se sienten responsables de esas masacres. ‎
Hasta los propios responsables estadounidenses se niegan a confesar a sus conciudadanos la ‎estrategia que están aplicando. Por ejemplo, el inspector general estadounidense encargado de ‎investigar sobre la situación en Afganistán redactó un informe donde deplora que el Pentágono ‎haya dejado pasar innumerables ocasiones de hacer posible la paz, cuando en realidad ‎el Pentágono no tiene ningún interés en restablecer la paz. ‎

La intervención rusa

En su intento de destruir los Estados en los países del Gran Medio Oriente, el Pentágono orquestó ‎una absurda guerra civil regional, al estilo de la guerra que ya había provocado entre Irak e Irán ‎de 1980 a 1988. En aquella época, el presidente iraquí Saddam Hussein y el ayatola Khomeini finalmente ‎se dieron cuenta de que sus pueblos estaban matándose entre sí sin ninguna razón y ‎restablecieron la paz, contrariando así los deseos de las potencias occidentales. ‎
Hoy se trata de la supuesta oposición entre sunnitas y chiitas. De un lado, Arabia Saudita y sus ‎aliados y, del otro lado, Irán y sus aliados. En el pasado, la Arabia Saudita wahabita y el Irán del ‎ayatola Khomeini lucharon juntos, bajo las órdenes de la OTAN, en la guerra de Bosnia-‎Herzegovina (1992-1995)… pero eso no importa, como tampoco importa que muchas de las ‎fuerzas que componen el «Eje de la Resistencia» no sean chiitas –el 100% de los palestinos de ‎la organización Yihad Islámica son sunnitas, y también son sunnitas el 70% de los libaneses, el 90% ‎de los sirios, un 35% de los iraquíes y un 5% de los iranies. ‎
Nadie sabe a ciencia cierta por qué luchan entre sí los sunnitas y los chiitas, y el mundo occidental ‎‎–encabezado por Estados Unidos– los incita a seguir matándose.‎
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Al menos la tercera parte de los pueblos reunidos en el “Eje de ‎la Resistencia”, supuestamente chiita, no pertenece a esa rama del islam.
En todo caso, en 2014, siempre en función de sus objetivos, el Pentágono se disponía a forzar el ‎reconocimiento de dos nuevos Estados: el «Kurdistán libre» –una fusión de la franja de suelo ‎sirio que la prensa occidental se empeña a denominar «Rojava» con la gobernación kurda ‎de Irak, territorio al que se agregaría posteriormente una parte de Irán y todo el este ‎de Turquía– y el «Sunnistán» –que debía abarcar la parte sunnita de Irak y el este de Siria. ‎Al destruir así 4 Estados, el Pentágono pensaba abrir el camino a una reacción en cadena capaz ‎de destruir toda la región. ‎
Rusia inició entonces su intervención militar, imponiendo el respeto de las fronteras de la Segunda ‎Guerra Mundial. Por supuesto, el trazado de esas fronteras –resultado de los acuerdos Sykes-‎Picot-Sazonov, adoptados en 1915– es arbitrario y a veces resulta difícil de soportar, pero ‎modificarlo a través del derramamiento de sangre resulta aún peor. ‎
La propaganda del Pentágono siempre ha fingido ignorar lo que realmente está en juego. ‎A veces porque el propio Pentágono no asume públicamente la estrategia Rumsfeld/Cebrowski y ‎también que se empeña en interpretar el regreso de Crimea a la Federación Rusa como una ‎anexión. ‎

El “cambio de pelaje” de los partidarios de la estrategia Rumsfeld/Cebrowski

Al cabo de 2 años de lucha encarnizada contra el presidente Trump, la alta oficialidad ‎del Pentágono, casi toda formada personalmente por el almirante Cebrowski, aceptaró ‎someterse al presidente… pero bajo ciertas condiciones. Los generales aceptaron 
- no crear el Estado terrorista, que iba a ser el «Sunnistán» o Califato; 
- no modificar las fronteras por la fuerza;‎ 
- no mantener tropas estadounidenses en los campos de batalla del Gran Medio Oriente y de ‎África. 
Y ordenaron a su fiel fiscal “independiente” Robert Mueller –a quien ya habían utilizado contra ‎Panamá (en 1987-1989), contra Libia (en 1988-1992) y en el momento de los atentados del 11 de ‎septiembre (en 2001)– que enterrara su investigación sobre el «Rusiagate». ‎
A partir de ahí, todo se ha desarrollado de común acuerdo‎ entre el Pentágono y el presidente Trump. ‎
El 27 de octubre de 2019, Trump ordenó la ejecución del califa Abu Bakr al-Baghdadi, principal ‎figura del bando sunnita. Dos meses después, el 3 de enero de 2020, Trump ordenó también la ‎ejecución del general iraní Qassem Suleimani, principal figura (chiita) del «Eje de la Resistencia». ‎
Habiendo demostrado así que Estados Unidos sigue siendo dueño de la situación, con la ‎eliminación de las personalidades más simbólicas de ambos bandos, el secretario de Estado ‎Mike Pompeo reveló el dispositivo final, el 19 de enero, en El Cairo. Estados Unidos prevé seguir ‎adelante con la estrategia Rumsfeld/Cebrowski, pero no con sus propios ejércitos sino utilizando ‎los ejércitos de los países miembros de la OTAN, y también ‎los de Israel y los de los países árabes. ‎
El 1º de febrero, Turquía oficializaba su ruptura con Rusia asesinando 4 oficiales rusos del FSB ‎en Siria. Inmediatamente después, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan viajó a Ucrania, ‎donde coreó la divisa de los legionarios ucranianos que luchaban contra la URSS junto al ‎III Reich –divisa hoy convertida en lema de la Guardia Nacional ucraniana– y recibió públicamente a Mustafá ‎Yemilev, también conocido como «Mustafá Kirimoglu», el jefe de la brigada islamista ‎internacional conformada por los tártaros antirrusos. ‎
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Reunido en Bruselas, el 13 de febrero ‎de 2020, el Consejo del Atlántico Norte aprueba el despliegue de instructores de la OTAN en el Gran Medio Oriente. ‎
El 12 y el 13 de febrero, los ministros de Defensa de los países miembros de la OTAN, reunidos ‎en Bruselas, tomaron nota de la retirada definitiva de las fuerzas estadounidenses y de la próxima ‎disolución de la coalición internacional contra el Emirato Islámico (Daesh). Durante su encuentro, ‎y aunque subrayaron que no desplegaban tropas combatientes, los ministros de Defensa de ‎la OTAN aceptaron enviar sus soldados a “formar” los soldados de los ejércitos árabes, lo cual quiere decir que en realidad van a supervisar los combates en el terreno.‎
Los “instructores” o “asesores” de la OTAN serán enviados prioritariamente a Túnez, Egipto, ‎Jordania e Irak. De esa manera: 
- Libia quedará atrapada en una tenaza, por el oeste y por el este. Los dos gobiernos libios rivales ‎‎–el de Fayez al-Sarraj, respaldado por Turquía y Qatar y ya con el refuerzo de 5 000 yihadistas ‎enviados desde Siria a través de Túnez, y el gobierno del mariscal Khalifa Aftar, respaldado a su vez ‎por Egipto y por Emiratos Árabes Unidos– podrán seguir matándose entre sí eternamente. Mientras tanto, ‎Alemania, feliz de haber recuperado el espacio internacional que había perdido desde el fin de la ‎Segunda Guerra Mundial, disertará indefinidamente sobre la paz para que no se oigan los ‎estertores de las víctimas agonizantes. 
- Siria quedará rodeada por todos lados. Israel ya es miembrode facto de ‎la OTAN y bombardea a quien quiere y cuando quiere. Jordania ya es el «mejor socio mundial» ‎de la OTAN, tanto que el rey Abdala viajó a Bruselas para mantener –el 14 de enero– una larga ‎reunión con el secretario general de la alianza atlántica, Jens Stoltenberg, y participar en una ‎sesión del Consejo Atlántico. Tanto Israel como Jordania ya tienen cada uno una oficina ‎permanente en la sede de la OTAN. Irak también recibirá “instructores” de la OTAN, a pesar de ‎que el parlamento iraquí acaba de exigir por la retirada de las tropas extranjeras. Turquía ‎es miembro de la OTAN y controla el norte del Líbano a través del grupo Jamaa islamiya. ‎Entre todos, estos países podrán imponer la aplicación de la ley estadounidense denominada ‎‎«Caesar», que prohíbe a todas las empresas del mundo contribuir a la reconstrucción de Siria. ‎
De esta manera, podrá continuar el saqueo del Gran Medio Oriente, iniciado en 2001. ‎Los pueblos martirizados de esta región, que han cometido el error de caer en la división, ‎seguirán sufriendo y muriendo en masa. Estados Unidos podrá mantener sus soldados en casa, ‎bien protegidos, mientras que los europeos tendrán que asumir los crímenes cometidos por los ‎generales yanquis. ‎
Según el presidente Trump, la OTAN podría incluso cambiar su denominación y pasar a llamarse algo así ‎como NATO-ME u OTAN-MO (OTAN-Medio Oriente). Su función antirrusa pasaría entonces a un ‎segundo plano para dar la prioridad a la estrategia estadounidense de destrucción de los Estados ‎en los países de la zona no globalizada. ‎
Pero queda una interrogante. ¿Cómo reaccionarán Rusia y China ante esta redistribución del ‎juego? ‎
Para garantizar la continuación de su desarrollo, China necesita mantener su acceso a las ‎materias primas del Medio Oriente, así que tendría que oponerse a esta maniobra de control ‎occidental sobre la región, aunque aún está incompleta la preparación las fuerzas armadas chinas.‎
Por el contrario, Rusia y su inmenso territorio son autosuficientes. Moscú no tiene ninguna razón ‎material que lo obligue a luchar. Los rusos pudieran incluso sentir alivio ante la nueva orientación ‎de la OTAN. Sin embargo, es probable que, por motivos de orden espiritual, los rusos sigan apoyando ‎a Siria y que también respalden a otros pueblos del Medio Oriente ampliado. ‎
[2] “Blood borders - How a ‎better Middle East would look”, coronel Ralph Peters, Armed Forces Journal, junio de 2006.
[3] The ‎Pentagon’s New Map, Thomas P. M. Barnett, Putnam Publishing Group, 2004.

FUENTE: RED VOLTAIRE