sábado, 19 de mayo de 2018

LA REVOLUCIÓN DEL INKA  TUPAC AMARU II
Por: Walter Payehuanca Añamuro

José Gabriel Condorcanki Noguera, Túpac Amaru II, Cacique de Pampamarca, Tungasuca y Surimana, descendía en línea recta de doña Juana Pilcowaco, hija del último inca Túpac Amaru, asesinado por el virrey Toledo el año 1572. Nació en la provincia de Tinta, en Surimana, el 19 de marzo del año 1738. Era el segundo hijo de don Miguel Condorcanki y de doña Rosa Noguera. Su madre murió a la edad de 30 años. Más tarde, al fallecer el primogénito Clemente, José Gabriel quedó como único y legítimo heredero del cacicazgo paterno. Al enviudar, don Miguel casó con doña Ventura Mojarras, con quien tuvo un hijo, llamado Juan Bautista. A los 10 años ingresó en el Colegio de Caciques de San Francisco de Borja del Cusco. Al llegar a los 20 años contrajo matrimonio (25/5/1760) con doña Micaela Bastidas Puyucawa, natural de Pampamarca. De esta unión nacieron tres hijos: Hipólito en 1761, Mariano en 1762 y Fernando en 1768. A fines de 1766, comenzó a reclamar su reconocimiento como cacique y a pedir la ratificación de su calidad de descendiente legítimo del Inca Túpac Amaru.
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En 1777, se acerca por primera vez a las autoridades españolas, solicitando la eliminación de la mita, sobre todo la minera. Denuncia los esfuerzos inhumanos a que son sometidos los indios, pide la extinción de los obrajes, verdaderas cárceles donde se obligaba a adultos, ancianos y niños a tejer sin descanso. Acusa a los corregidores de obligar a los indios a comprar toda clase de objetos inútiles, para quedarse con una parte de la ganancia y poder conservar sus lujos. Al ver que sus peticiones no tenían respuesta, Túpac Amaru II comenzó a preparar la insurrección acopiando armas de fuego, vedadas a los indios kheswaymaras. Al mismo tiempo trataba de atraer a criollos y mestizos a su causa sin resultado.

El 4 de noviembre de 1780, el Inca junto a un grupo de seguidores emboscaron en el camino hacia Tinta al despreciado y odiado corregidor de Tinta Antonio de Arriaga y lo condujeron como prisionero a Tungasuca. Con éste hecho se dio inicio a la revolución de 1780 dirigida por el Inca Túpac Amaru II, con el objetivo de restaurar el Tawantinsuyu, coronándose Rey con el nombre de “José I”; buscando desterrar a las malas autoridades, poner fin a los abusos que cometían los Corregidores en el cobro del tributo y terminar con las injusticias que se cometían en el sistema de los repartimientos mercantiles, exigiendo la instauración de una Audiencia en el Cusco para que se hiciera justicia a sus hermanos de raza. Logró movilizar un ejército de 60,000 kheswaymaras, hombres y mujeres, armados de lanzas, hachas, macanas, hondas y muy pocas armas de fuego.

El 10 de noviembre, Arriaga es ejecutado en la horca, en nombre del rey “José I” (Inca Túpac Amaru II). En seguida con su ejército de kheswaymaras, empezó a recorrer pueblos y ciudades destruyendo a su paso los obrajes, símbolo de opresión.

En el Cusco, para combatir la revolución, se creó una junta de guerra, la que organizó tropas armadas, al mando del corregidor Cabrera. Este ejército estaba compuesto por grupos armados de criollos, mestizos y españoles, acompañados por caciques fieles, indios, negros y mulatos. La madrugada del 18 de noviembre, el Inca logró rodear Sangarara. El corregidor Cabrera, al descubrir este hecho, ordenó ingresar al templo, acompañados del cura de Sangarara un capellán y algunas mujeres aterrorizadas. Ingresaron tan rápido que algunos cayeron y fueron muertos por las pisadas.

El ejército kheswaymara, empezó el ataque lanzando piedras sobre los realistas, estos, poseídos de miedo, enviaron un  emisario al Inca para conocer sus intenciones; el Inca exigió que los criollos y mestizos pasen a sus filas, prometiéndoles un trato amistoso, manifestando que solo perseguían a los españoles. Los mestizos estaban por la rendición, pero el jefe español rechazo dicha posibilidad.

Agotados los intentos pacíficos, se dio inicio al combate, los fusileros kheswaymaras disparaban con eficiencia. El polvorín realista explotó, volando parte del techo y desplomando una pared. Los revolucionarios, incendiaron el resto del techo. Los principales jefes realistas empezaron a caer. Tras seis horas de lucha, el ejercito kheswaymara derroto por completo al ejército realista. La mayoría de indios se pasaron de bando, así como los supervivientes negros y mulatos. El Inca, lamentó la muerte de los criollos y mestizos, afirmando que nunca fue su ánimo causarles perjuicio. Los heridos fueron atendidos, y los prisioneros recibieron un trato benévolo, el capellán fue liberado y el cura recibió dinero para la reconstrucción de la iglesia. En tanto, el Obispo del Cusco, excomulgó a Túpac Amaru y a sus partidarios, ocasionando la deserción de muchos mestizos e indios.

Triunfante el Inca, decidió dominar el Kollao, el Alto Perú y la jurisdicción de Arequipa.  De Sangarara pasó a Coporake, Yauri y Pichiwa. Sublevando a las poblaciones del sur, mientras su primo hermano Diego Cristóbal liberaba las tierras del otro lado del río Wilcomayo.

El 20 de Noviembre de 1780, desde Tungasuca, envió una proclama  a los vecinos de Chumbivilcas, afirmando: “MI ÁNIMO ES CORTAR EL MAL GOBIERNO  DE TANTO LADRÓN ZÁNGANO QUE NOS ROBA LA MIEL DE NUESTROS PANALES”.

Con la ayuda de su esposa, el 2 de enero de 1781, el Inca apareció sobre los cerros del Cusco. El 04 de enero intentaron tomar Cusco sin éxito. Al día siguiente el Inca, inició el cerco definitivo de la ciudad sin resultado, por los refuerzos que los realistas recibieron de Lima enviados por el virrey. El inca decidió retirarse a Tinta en donde se libró una cruenta y sangrienta batalla el 6 de Abril de 1781, siendo derrotado y obligado a replegarse.

  El Inca logró burlar a sus perseguidores, ingresando al pueblo de Langui. Aprovechando de su confianza, un partidario suyo le apreso, el mestizo Francisco Santa Cruz, el 06/04/1781. Otro traidor Ventura Landaeta, capturo a doña Micaela Bastidas a sus hijos Hipólito y Fernando y a su hermano Antonio Bastidas. También fue capturada la Casica de Acos. Lograron escapar Diego Cristóbal Túpac Amaru, Mariano Túpac Amaru, segundo hijo del Inca, su sobrino Andres Mendiguri y Miguel Bastidas.

Cuando Del valle supo de la captura, mandó 50 hombres para custodiarlo, el sábado 14 de abril el Inca entró al Cusco, sobre una mula encadenado.

El visitador Arreche inicio el proceso, haciendo comparecer al Inca, quien se negó en todo momento a responder; le torturaron, le ofrecieron aminorar el castigo a fin de que delatara a sus compañeros, pero el Inca jamás se doblegó, por el contrario, asqueado de tanta bajeza le increpo al Visitador: “AQUÍ NO HAY MÁS CÓMPLICES QUE TÚ Y YO; TU POR OPRESOR, Y YO POR LIBERADOR, MERECEMOS LA MUERTE”. Las torturas se intensificaron, hasta llegar a quebrarle un brazo al Inca.

El 2 de mayo la salud de Túpac Amaru II empeoró, motivo por el cual aceleraron el proceso. Mientras se preparaba el “Patíbulo y cadalso”. Para el Inca prepararon, once coronas de fierro con puntas agudas, para ponerlos en su cabeza, un collar de hierro con dos platinas muy pesadas y rodeadas de puntas agudas. Por la parte del cerebro se le introducirían  tres puntas de fierro ardiendo  que saldrán por la boca por los tres bandos que mando publicar.  

El viernes 18 de mayo,  se dio lugar los asesinatos en la plaza Wakaypata del Cusco, los prisioneros kheswaymaras  salieron arrastrados por caballos, acompañados de eclesiásticos y soldados. El inca, su esposa y su menor hijo Fernando espectaban los asesinatos. Berdejo Castelo y Bastidas, fueron asesinados ahorcados. Al ex esclavo negro Oblitas se le arrastro con soga al cuello antes de asesinarlo en la horca, su cabeza fue remitida al Cusco, el brazo derecho a Tungasuca y el izquierdo se colocó en el camino de san Sebastián. Hipólito, hijo mayor del Inca y su anciano tío Don Francisco, sufrieron igual asesinato, con el añadido previo de cortarles la lengua. A la valerosa Casica de Acos, doña Tomasa Titu Condemayta, imperturbable, irónica y despectiva frente a los españoles, le dieron garrote sobre un tabladillo dispuesto con un torno de hierro. A Micaela Bastidas, los asesinos intentaron cortarle la lengua pero ella no lo permitió, solo pudieron cortarle después de ser asesinada; se le aplicó la pena de garrote, pero como Micaela tenia el cuello muy delgado, el torno no lograba ahorcarla, padeciendo mucho sin implorar piedad a sus asesinos. Para acelerar la ejecución, le echaron lazos al cuello, tirando los asesinos de ambos extremos, aún así la heroína no moría, entonces los asesinos la remataron dándole patadas en el estómago y en los senos hasta que expiró. Finalmente los asesinos se ensañaron con el indio José Gabriel Condorcanki Inca Túpac Amaru II; a viva fuerza le abrieron la boca y le cortaron la lengua, le arrojaron al suelo, con la cara hacia el firmamento, las extremidades fueron sujetadas con cinchas a 4 caballos cabalgados por mestizos; se oyó una señal y los jinetes partieron en dirección a los cuatro puntos cardinales, intentando fragmentar al Inca, pero su fortaleza física, no lo permitió, por breves momentos Túpac Amaru se debatió en el aire, como una gigantesca araña.  En ese momento se levantó un fuerte refregón de viento,  y tras de éste un aguacero, el cielo y los elementos sintieron la muerte del Inca. Ante la demora del asesinato del Inca, el visitador Arreche, ordenó decapitarlo. El cuerpo fue conducido  al pie de la horca y descuartizado, su cabeza fue enviado a Tinta, un brazo a Tungasuca y el otro a Carabaya, una pierna fue enviada a Santa Rosa y la otra a Livitaca; los brazos de Micaela Bastidas fueron enviadas a Tungasuca y Arequipa  y una pierna a Carabaya; la cabeza de la casica Tomasa Titu Condemayta fue enviada al pueblo de Acos. Los cuerpos de Túpac Amaru, privado de la cabeza y extremidades, y de doña Micaela Bastidas, conservando la cabeza y una sola pierna, fueron conducidos al cerro de Picchu, donde fueron quemados y sus cenizas arrojados al río Watanay. Finalmente se ordeno extinguir toda la descendencia del Inca hasta el cuarto grado de consanguinidad.






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